¡Qué feliz tiempo llegó hasta aquí,

desplomado el negro desde la azotea que esquivo!

Los suburbios de mi cuerpo

que poblé de muertos

obligaron a mirar,

sin empañar las ganas,

desde el fondo del ojo que di por perdido.

El  corazón palpita cuando el vivir se instala.

Desplegan los halos el manto que nos lleva

invencibles

a barlovento

siempre a barlovento.

 

A los desiertos

El cielo trae una lluvia seca si el suelo no crece.

Cruje  el polvo de oquedad serena.

Sabana de la distancia.

Catedral de la nada en apariencia dormida.

Escarbar en tus simas

resucita los tiempos del hombre.

La sed tragó los intentos de historia.

Lagartos proclaman distancias de olvido

y se erigen las noches en defensa del día .

Los pezones son hirientes

De cuando naciste, antes de

haber venido. En la noche

de los pezones muertos.

En el fondo de la leche

tras el pecho. De la redondez

de donde saliste. De la

que llevas dentro

que rodarás un día

que te llevará al límite de

tu tiempo.

El perro levanta la pata y mea.

Acuña con su caldo

un rastro de rebeldía,

marchamo de suciedad

Semblantes

No volverás a sembrar las carnes

ni a acariciar el vello de las almas

ni a murmurar humos de cielo.

Camparán a su antojo las distancias.

Las pócimas inmortales regresarán

al pozo de tierra

aquejadas las piedras

de apretar el olvido.

Errarás en los labios del mundo.

Comeremos los señuelos del tiempo

cada uno a sus modos,

sonrojados de haberle temido al miedo,

arrepentidos por haber tenido

el corazón abierto.

Una hoja blanca se llenará de bocas.

En el techo de mi casa anidaré mañana,

los ojos puestos en alas perdidas.

A la poeta

Quizá sólo sea una mano azul

que traza un emisario en el viento.

Una caricia en la hoja

que atenta

recoge al soplar.

Una ofrenda de la memoria cósmica

de  hembra

que reclama un sorbo, (recuerdo)

para seguir su viaje.

Un suspiro de palabras

que como “bombollas”

decoran los ojos.

No sé si  grabó algún gesto en papel.

Sé que los trazos están en mis ojos

y los coloco en lo más alto

para que salgan a poblar

los campos de la memoria.

Sábanas que vuelan

Corrales del cielo

Empapados de llanto

de sudor

del todo evaporado.

 

Las nubes nos llevan…